Escorrentías superficiales: Cómo prevenirlas


Escorrentías superficiales - tradecorp

Las aguas de escorrentía, más en concreto las escorrentías superficiales, son una de las principales causas de la erosión del suelo en todo el mundo. Se trata de un proceso natural que forma parte del ciclo del agua, pero que puede resultar dañino para los cultivos, especialmente si los suelos no están preparados y son poco permeables.

Por ese motivo, es importante preparar los campos para que puedan enfrentarse a este fenómeno sin sufrir grandes daños.

Qué es la escorrentía y cómo se produce

La escorrentía es el recorrido que hace el agua de lluvia (aunque también puede tratarse de otros fluidos, a veces, contaminantes) por la red de drenaje de los suelos hasta alcanzar la red fluvial u otro tipo de canal como puede ser un lago. 

Existen diferentes tipos de escorrentía, como la hipodérmica o la subterránea; cuando nos referimos a la precipitación que discurre por la superficie del terreno sin llegar a infiltrarse en el suelo, hablamos de escorrentía superficial o directa. Esto se produce cuando la cantidad de precipitación es mayor que la capacidad de infiltración del suelo.

Las escorrentías superficiales se producen de forma natural a causa de las precipitaciones o de otros fenómenos meteorológicos como el deshielo; por ello, su aparición está fuertemente ligada al clima de cada lugar y también a la capacidad de infiltración de los suelos. Por ejemplo, en Australia o África, que tienen suelos muy antiguos donde se ha formado una gran cantidad de raíces proteoides, es raro que se den escorrentías superficiales, ya que esos terrenos son capaces de absorber grandes cantidades de agua.

La acción de las escorrentías superficiales erosiona los terrenos. Esta erosión hídrica es natural, aunque, en ocasiones, se ve agravada o acelerada en los cultivos por la acción humana, por ejemplo, por una mala elección del método o un exceso de agua en el riego.

Cuando hay un exceso de saturación, es decir, que los suelos están saturados de agua, aumenta la cantidad de escorrentía superficial, puesto que estos no son capaces de almacenar más agua y queda en la superficie. Esto puede llegar a ser un problema, especialmente en el campo, ya que la acumulación de agua podría acabar por ahogar los cultivos al inundarlos.

Además, la erosión hídrica causada por las escorrentías superficiales puede afectar a la productividad de las tierras e incluso, en algunos casos, hacer que lleguen a ser inservibles para la agricultura. Entre otras cosas, la escorrentía puede “lavar” los suelos y dejarlos sin los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo de las plantas, lo que supone un gran problema para el agricultor.

Por fortuna, existen técnicas que permiten detectar el riesgo que los suelos tienen de sufrir daños por las escorrentías y prevenirlos.

Cómo prevenir las escorrentías superficiales

Las acciones que se lleven a cabo para prevenir los daños provocados por las escorrentías superficiales dependerán de diversos factores como el tipo de suelo, el clima, el uso que se le dé a la tierra o la rotación que se haga en los cultivos.

En cualquier caso, desde la Universidad de Córdoba, se establece una metodología que se puede aplicar en cualquier caso y que se divide en tres fases:

  • Diagnóstico: analizar las características del terreno y determinar los niveles de riesgo de escorrentía.
  • Medidas de mitigación: valorar qué medidas son más adecuadas según el diagnóstico elaborado y realizar una propuesta.
  • Buenas prácticas: implantación de esas medidas.

Las medidas que se pueden adoptar para prevenir las escorrentías superficiales afectan a distintos niveles de la explotación, por ejemplo:

  • Manejo del suelo: reducir la intensidad del laboreo; prevenir la compactación del suelo; controlar el tránsito de maquinaria; manejar adecuadamente los suelos con tendencia a formar grietas; crear zonas de seguridad en los terrenos; construir estructuras de retención y dispersión.
  • Riego: seleccionar la técnica adecuada; controlar la cantidad de agua que requiere el cultivo.
  • Prácticas de cultivo: optimizar la rotación de cultivos; implementar líneas alternas de cultivo; cubiertas vegetales; cultivos intermedios.
  • Uso correcto de productos fitosanitarios: aplicarlos según lo que se especifique en la etiqueta; planificar y optimizar su aplicación; elegir las soluciones adecuadas.

Una utilización adecuada de los productos fitosanitarios es fundamental no solo para prevenir escorrentías, sino, en general, para que estas soluciones actúen de la manera más eficaz. Pero, además, dentro de la gama de fitosanitarios existen varios productos de bionutrición que ayudan a preparar los suelos para mejorar su tasa de infiltración.

Un buen ejemplo es Transformer, un nuevo acondicionador de suelo y humectante que surge del departamento de innovación de Tradecorp. Entre los beneficios de Transformer se encuentra la capacidad de mejorar la tasa de infiltración de agua en el suelo y de favorecer así su capacidad de retención; esto permite reducir el encharcamiento y la escorrentía superficial en los cultivos, evitando los problemas que este fenómeno pueda ocasionar.