Agricultura orgánica sostenible, la clave contra el cambio climático


Agricultura organica sostenible

Agricultura orgánica sostenible, la clave contra el cambio climático

Según datos de Naciones Unidas, la agricultura intensiva es responsable de hasta un 30% de las emisiones de CO₂ que se lanzan a la atmósfera a nivel global y de utilizar el 70% del agua dulce que se consume cada año. Así pues, es innegable que el sector primario forma parte de las causas del cambio climático, del cual es, al mismo tiempo, responsable y víctima.

Para su propia supervivencia, es necesario un cambio de paradigma en el modelo agrícola imperante. Un cambio que debe producirse teniendo como guía principal la sostenibilidad en la agricultura; no solo a nivel ecológico, sino también económico y social.

Es en este punto donde la agricultura orgánica sostenible se presenta como una posible solución. El gran reto para este tipo de agricultura ecológica, que se centra en el cuidado del medio ambiente y la optimización de los recursos, es lograr ser una alternativa real al modelo actual más extendido, que es el de la agricultura intensiva. Es decir, que sea sostenible medioambientalmente, pero también rentable, que suponga un modo de vida óptimo para los agricultores.

Para empezar, la generalización de los métodos utilizados en la agricultura orgánica, como la rotación de los cultivos o el uso de productos ecológicos, ayuda a reducir el impacto medioambiental negativo que pueden tener las prácticas agrícolas y a combatir así el cambio climático, lo cual supone luchar para mitigar sus efectos. Unas consecuencias negativas -como, por ejemplo, la sequía o las lluvias torrenciales- de las que el sector agrícola es uno de los principales perjudicados.

¿Qué es la agricultura orgánica?

La principal característica de la agricultura orgánica es garantizar una producción agrícola que no tenga efectos negativos ni sobre el medio ambiente ni sobre las personas. Para ello, este sistema de producción trata de optimizar al máximo los recursos, fomentando la fertilidad de los suelos y minimizando el uso de recursos no renovables como el agua, y además evita el uso de fertilizantes u otros productos que puedan ser dañinos.

Diferencia entre agricultura orgánica y agricultura ecológica

A veces, para diferenciar entre la agricultura orgánica y la ecológica se hace énfasis sobre los métodos fertilizantes que se utilizan. Según las fuentes, la agricultura ecológica sí utilizaría productos fitosanitarios, pero únicamente los certificados como ecológicos; mientras que en la agricultura orgánica no se utilizaría ningún tipo de solución química.

En realidad, a efectos prácticos, no hay diferencia entre la agricultura orgánica y la ecológica. Se trata más bien de una cuestión de uso. En los países anglosajones es más común hablar de agricultura orgánica, mientras que, en España, por ejemplo, es más habitual referirse a este sistema como agricultura ecológica.

Así se refleja en el marco jurídico que regula la comercialización de productos ecológicos, donde no se distingue entre agricultura orgánica y ecológica. Desde enero de 2022, la normativa del Parlamento Europeo sobre producción ecológica y etiquetado se recoge en el Reglamento (UE) n.º 2018/848.

Por lo tanto, en la agricultura orgánica sí se emplean fertilizantes o bionutrientes químicos, siempre y cuando estos estén certificados como ecológicos, es decir, que cumplan con los requisitos establecidos por la norma.

Se llame agricultura orgánica sostenible o agricultura ecológica, el espíritu y modus operandi es el mismo. El objetivo común es implementar un sistema de producción agrícola que utilice las prácticas más favorables para la conservación del medio ambiente y la biodiversidad y para optimizar los recursos al máximo; y que a su vez responda a las demandas alimenticias de una población creciente que reclama alimentos saludables respetuosos con el medio y el bienestar animal y que contribuyan al desarrollo rural.

Todas esas metas que plantea la agricultura orgánica/ecológica, aunque de manera implícita, se incorporan en la nueva PAC 2023-2027.

Principios de la agricultura orgánica sostenible

La agricultura orgánica es sostenible por definición, ya que actúa en los tres niveles de protección de lo que se entiende actualmente por sostenibilidad. Estos se refieren a “las tres P”, en inglés, Planet (Planeta), People (gente) y Profit (beneficio económico).

El modelo de la agricultura orgánica se aplica a todas las etapas de la cadena agroalimentaria, desde los cultivos al consumo, del campo a la mesa. Todos los procesos involucrados se someten a los principios que rigen la agricultura orgánica:

  • Salud – evitar el uso de productos que sean tóxicos para las personas, los suelos o los animales.
  • Ecología – utilizar técnicas que respeten el medio ambiente; cuidar la salud de los suelos evitando su sobreexplotación o degradación; no contaminar; o mantener y fomentar la biodiversidad.
  • Equidad – promover una actitud de respeto y búsqueda del bien común para todos los agentes implicados en la cadena, desde los agricultores a los comerciantes y consumidores.
  • Cuidado – pensar en el futuro, hacer un consumo responsable e intentar garantizar la supervivencia de un modelo agrícola justo y viable para generaciones venideras.

¿Cómo ayuda la agricultura orgánica sostenible a combatir el cambio climático?

Siendo la ecología uno de los principios que guían la agricultura orgánica sostenible, es lógico que uno de sus principales beneficios sea presentarse como una herramienta clave para luchar contra el cambio climático. Aunque sus efectos no sean inmediatos, ya que se plantean a medio y largo plazo, su fin último es maximizar la producción de alimentos a la vez que se mantiene el equilibrio ecológico.

Entre los beneficios de la agricultura orgánica se encuentran el cuidado y conservación de los suelos y el agua. No se trata solo de no contaminar estos recursos indispensables, sino de potenciar la fertilidad de los terrenos de cultivo ya existentes y garantizar el suministro y la calidad del agua.

Contribuir a la biodiversidad de los ecosistemas con cultivos que se integren y respeten el entorno y el clima natural, así como reducir la dependencia a los combustibles fósiles y las emisiones de CO₂, también ayudan a convertir la agricultura orgánica sostenible en uno de los grandes aliados contra el cambio climático.