El consumo energético en el sector agroalimentario es uno de los más significativos. Por ello, mejorar la eficiencia energética en la agricultura es un objetivo que resulta necesario cumplir para garantizar la sostenibilidad del sector; no solo porque los efectos negativos de la actividad agrícola sobre el medio ambiente acaban volviéndose en su contra, sino porque también es necesario para que la industria sea económicamente viable.
Durante años, no se han tenido en cuenta este tipo de cuestiones, por lo que el margen de mejora y el potencial de ahorro energético que tiene la agricultura son muy amplios. Curiosamente, la agricultura tradicional, previa a su industrialización, era mucho más sostenible; la introducción de sistemas mecánicos y otras novedades tecnológicas aumentó la producción, pero no tuvo en cuenta las repercusiones que acarreaba el creciente gasto energético necesario para su funcionamiento.
Hoy en día, demostrado que el futuro del planeta, en todos sus ámbitos, pasa por ser eficientes energéticamente, el campo necesita transformarse para contribuir a esta misión común y, para ello, necesita echar mano del conocimiento y la innovación.
Eficiencia energética y agricultura
El sector de la agricultura es uno de los que más preocupa al Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Esta entidad, encargada de promover la conservación, el ahorro y la diversificación de las fuentes de energía, emitió un informe hace unos años en el que se hacía un análisis sobre el consumo energético de la agricultura en España, y elaboró distintos documentos con medidas para la mejora de la eficiencia energética en los diferentes subsectores.
El informe señala el incremento en el consumo energético que se había producido en prácticamente todos los subsectores agrícolas entre 2001 y 2012 (solo descendía ligeramente en el sector de la pesca). Se había pasado de unos 4.08 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) por año, a cerca de 5 Mtep en 2012. Este aumento del consumo de energía en la agricultura, que era aproximadamente un 4.5% del total en España, se debía principalmente a un mayor gasto energético en las técnicas de laboreo agrícola y a la ampliación de las superficies de regadío.
El uso de la maquinaria agrícola y los regadíos suponen alrededor del 70% del consumo energético en la agricultura. Por ese motivo, no es de extrañar que las medidas de eficiencia energética que propone el IDAE se centren principalmente, aunque no exclusivamente, en la modernización del parque nacional de tractores agrícolas -que sería la medida de mayor impacto- y en la implantación de sistemas de riego más eficientes.
La mejora de la eficiencia energética en la agricultura española se enfrenta a dificultades de distinto carácter que se deben superar. En primer lugar, el de la agricultura es un sector tradicional al que le cuesta introducir cambios; a esto se suma el problema demográfico por la ausencia de un relevo generacional en el campo, o la falta de inversión y desarrollo tecnológico en las áreas rurales. Todo esto deriva en la falta de información y sensibilización respecto a cuestiones de eficiencia energética, así como de formación a los agricultores para que puedan mejorar en ese aspecto.
Por otro lado, existe una clara barrera económica. Para modernizar la flota de tractores, instalar sistemas de riego de precisión o aplicar otras medidas para el ahorro energético, se necesita realizar importantes inversiones económicas y, aunque se empiezan a poner algunas ayudas a disposición del sector, siguen siendo insuficientes.
En este sentido, pese a que parece que en el futuro las directrices en cuestiones de normativas y subvenciones las marcará la Unión Europea, tradicionalmente, la dispersión de competencias entre las diferentes Administraciones también ha sido un problema para el desarrollo de una legislación única que impulsase la eficiencia energética en el campo.
Cómo mejorar la eficiencia energética en la agricultura
El IDAE plantea tres líneas de actuación principales cuyo fin es reducir los impactos negativos (costes y emisiones) que tiene el incremento en el consumo energético de la actividad agrícola. Además de la modernización de la flota de tractores agrícolas, sustituyéndolos por vehículos que incluyan criterios de eficiencia energética, y de intentar favorecer la implantación de sistemas de riego por precisión que sean eficientes, también se proponen mecanismos de formación e información sobre este tema para la comunidad agrícola.
Pero estas no son las únicas medidas que se pueden tomar, es necesario también considerar otras propuestas como las que incluye la Junta de Andalucía en su plan de “Medidas de eficiencia energética en labores agrícolas”.
Entre las medidas para el ahorro de energía en labores agrarias que se pueden aplicar está no solo la renovación de la maquinaria agrícola, sino que también es importante realizar un buen mantenimiento para que su consumo energético sea el adecuado. Además de utilizar correctamente y forma eficiente la maquinaria, también se recomienda una mejor gestión y control del trabajo en general.
La mejora del laboreo pasa por encontrar soluciones que aumenten la productividad y sean sostenibles al mismo tiempo, como las soluciones para crecer de Tradecorp, que se basan en un aumento de la eficiencia: hacer más con menos.
Otra de las propuestas de la Junta de Andalucía para mejorar la eficiencia energética en el campo es una de las tendencias que se están imponiendo para aumentar la sostenibilidad del sector: la agricultura de conservación o agricultura protegida, que recupera técnicas como el uso de cubiertas vegetales para proteger el suelo y nutrirlo de forma natural, evitando así el laboreo, lo que puede suponer un ahorro energético de entre el 10 y el 50% dependiendo de la región y el tipo de cultivo.