Ya en 1981, en la revista Agriculture and Environment, la británica Marthe Kiley-Worthington, frente a los problemas que empezaba a presentar el modelo de explotación agrícola moderno, proponía un sistema alternativo llamado “agricultura ecológica”.
No fue, sin embargo, en la década de los 80 cuando este sistema comenzó a popularizarse, sino que ha sido en los últimos años cuando ha sufrido un notable auge. Las claves del aumento de popularidad de la agricultura ecológica tienen que ver principalmente con un acusado cambio de mentalidad en la sociedad. Se ha producido un giro en la agenda de intereses y preocupaciones hacia el consumo de alimentos más saludables y la conservación del medioambiente como arma en la lucha contra el cambio climático.
Qué es la agricultura ecológica
A veces, se confunden o utilizan indistintamente los términos “agricultura ecológica” y “agricultura sostenible”. En realidad, uno no se entiende sin el otro, pero no son exactamente lo mismo, ya que el concepto de sostenibilidad es más amplio. Podría decirse que la agricultura ecológica es una forma de agricultura sostenible, pero no todas las técnicas agrícolas sostenibles tienen por qué ser ecológicas.
Según Kiley-Worthington, la agricultura ecológica debe cumplir siete requisitos:
- Ser autosuficiente y reducir al mínimo los excedentes. Reutilizar el suelo con diferentes cultivos, para lo cual se debe trabajar para sanear, nutrir y enriquecer el terreno, algo que se puede hacer utilizando productos ecológicos.
- Ser diversa, encontrar el equilibrio adecuado entre flora y fauna con el fin de dotar de estabilidad a los ecosistemas.
- Trabajar desde unidades de producción pequeñas, adecuadas a las condiciones locales. De este modo se maximiza la producción de las cosechas, se reduce la inversión y se fomenta el empleo.
- Utilizar técnicas para aumentar la eficiencia y productividad de los cultivos.
- Debe ser económicamente viable, producir beneficios reales.
- Tratamiento de los productos en las granjas y venta directa del campo a los consumidores locales.
- Ser ética.
En general, el propósito de la agricultura ecológica en nuestros días es garantizar cultivos sanos que produzcan alimentos saludables. Un objetivo que se debe alcanzar desde la protección del suelo, el agua o el clima, y la promoción de la biodiversidad.
Frente a estos problemas, la agricultura ecológica propone soluciones como el aprovechamiento de los recursos naturales como la biodiversidad, la regeneración de los terrenos a través del abandono del monocultivo y el enriquecimiento del suelo, o técnicas que aumenten el rendimiento. Ese tipo de soluciones, las que hacen más con menos, son las que buscamos en Tradecorp: soluciones para crecer.
Auge de la agricultura ecológica en España
Desde hace años, España se ha situado como un referente en agricultura ecológica en Europa. Sus condiciones geográficas y climáticas hacen que sea un territorio muy adecuado para esta práctica; por ello, desde 2009, este sistema ha ido ganando adeptos hasta convertir a España en el país de la Unión Europa con una mayor superficie dedicada a la agricultura ecológica, y uno de los cinco primeros en el mundo.
El crecimiento de la agricultura ecológica en España ha sido constante en la última década, con una media del 3.7% por año entre 2013 y 2018. Andalucía es la región con más explotaciones ecológicas, pero otras comunidades, como Navarra o la Comunidad Valenciana, han sufrido crecimientos muy destacados en los últimos años.
En una década, entre 2008 y 2018, el número de hectáreas dedicadas a la agricultura ecológica en España aumentó en cerca de un millón.
España sigue la tendencia europea, tanto en lo que se refiere a normativa como al auge que está sufriendo el consumo de productos ecológicos en los últimos años. En Europa, la agricultura ecológica genera ya más de 20.000 millones de euros al año, y su crecimiento se produce a un ritmo de entre el 6 y el 9%.
Causas del auge de la agricultura ecológica
El motivo principal del auge de la agricultura ecológica tiene que ver con el mercado. La demanda de productos ecológicos se ha disparado en los últimos tiempos, lo que ha provocado que, en Europa, la superficie dedicada a este tipo de agricultura se haya multiplicado por 4 en poco más de una década. Aun así, solamente un 5% de la superficie agrícola europea es ecológica, por lo que parece que todavía queda mucho margen de crecimiento.
El europeo medio ya gasta más de 36€ al año en productos ecológicos. Una cifra que supera los 40€ en el caso de los ciudadanos españoles (datos de 2018), y que supone el doble de lo que gastaban en 2013.
La creciente preocupación de los consumidores por seguir una alimentación saludable y por el cuidado de la salud ha llevado a que la demanda de productos ecológicos deje de ser algo anecdótico y se haya generalizado.
A esto hay que sumar otra preocupación cada vez más extendida en la sociedad: la lucha contra el cambio climático. El interés por cuestiones de protección medioambiental, tanto a nivel institucional como de la ciudadanía en general, ha hecho que se ponga el foco en cómo conseguir modelos de producción agrícola más sostenibles, que no sean nocivos para el entorno, permitan la conservación de los ecosistemas naturales y en los que se minimicen las emisiones de CO₂. Una función a la que la agricultura ecológica contribuye de manera ejemplar.