Cultivos de cereal, todo lo que debes saber sobre ellos
Los cultivos de cereal son un pilar fundamental de la agricultura, de hecho, los cereales fueron las primeras especies que se cultivaron. Nos acompañan desde hace miles de años, por lo que se han convertido en plantas muy adaptadas a nuestras necesidades.
En España, el de los cereales es el sector agrícola con mayor base territorial; con una media de unos 6 millones de hectáreas de cultivos de cereales (sin contar el arroz), suponen aproximadamente el 60% de la superficie herbácea cultivada en el país.
A nivel mundial, los principales cereales son el trigo y el maíz. Aunque el mayor cultivo de cereal del mundo es el del maíz, en Europa, lo que más se produce es trigo. También en España, donde además del trigo blando, son característicos la cebada y el centeno. Predominan, pues, los cereales de secano, que suponen un 83% de las explotaciones de cultivo de cereal.
Características de los cultivos de cereal
Aunque los cereales son originarios de zonas templadas y subtropicales, con el tiempo, se han ido adaptando a diferentes tipos de suelo y clima, por lo que es un cultivo extendido por todo el mundo.
Los cereales son plantas de la familia de las gramíneas que se cultivan principalmente por su grano. Hay cientos de especies distintas, pero, por lo general, se caracterizan por estar formadas por un tallo base que suele tener forma de caña y una espiga en la que se forman los granos.
El grano se aprovecha principalmente para la alimentación humana, ya que los cereales son uno de los principales alimentos de la dieta de todos los habitantes del planeta. Pero también se utiliza para alimentación animal o para otros usos, como por ejemplo, la producción de bioetanol. Además, la paja que queda tras extraer el grano de la planta también se aprovecha de múltiples maneras: alimentación de algunos animales, camas para ganado, cubierta vegetal para cultivos leñosos, biomasa, etc.
Los cultivos de cereal tienen un ciclo vegetativo anual. Aunque es sobre todo un cultivo de secano. Cada especie presenta unas necesidades propias en cuanto a las temperaturas que tolera, el tipo de suelo que necesita o la cantidad de agua más adecuada para una buena producción. Por eso, se ha ido adaptando a distintos suelos y condiciones climáticas, lo que hace que el cultivo de cereal sea característico tanto de países desarrollados, con más recursos, como en desarrollo.
Esta diversidad en los cultivos de cereal hace que se establezcan dos grandes grupos en cuanto a los tipos de cereal:
Cereales de invierno
Como, por ejemplo, el trigo, el centeno, la cebada o la avena. Se siembran entre octubre y febrero; las bajas temperaturas en los primeros meses hacen que su crecimiento sea lento y, por lo tanto, el ciclo sea largo.
Cereales de verano.
Los más característicos son el maíz, el arroz y el sorgo. La siembra se produce con la llegada del calor, en la primavera, por lo que su crecimiento es mucho más rápido.
Qué tener en cuenta al cultivar cereales
Lo más importante en el cultivo de cereales es el suelo. El tipo de cereal que cultivemos se debe adaptar a las características del terreno, pero también el suelo necesita tener unas condiciones adecuadas para el cultivo. Esto se ve sobre todo en la capacidad de retención de la tierra, puesto que, al ser mayoritariamente cultivos de secano, es habitual que tengan que hacer frente a periodos de sequía.
Pero también es fundamental que el suelo reúna las características químicas y físicas adecuadas. Como todos los cultivos, los cereales son plantas que necesitan un determinado aporte de los macronutrientes principales (potasio, fósforo y nitrógeno) para desarrollarse de manera óptima. Por ello, la cantidad de abono dependerá de las condiciones del terreno. Para suplir posibles carencias o reforzar el aporte de determinados nutrientes, siempre puedes contar con las soluciones de bionutrición de Tradecorp, por ejemplo, productos como NutripHuse S, un abono nitrogenado con azufre que estimula el crecimiento de los cereales de invierno.
La profundidad y la distancia a la que se plantan las semillas es también un factor que tener en cuenta a la hora de cultivar cereales. La profundidad dependerá especialmente de las condiciones climáticas, por ejemplo, en lugares más fríos, se sembrará más cerca de la superficie, ya que cuanto más profundo más frío estará y más difícil será la germinación. En cuanto a la separación entre semillas, dependerá del tamaño de las raíces y la competencia por el agua -si necesitan más o menos- y también de lo necesaria que sea la penetración de la luz.
Además del suelo, otro de los principales elementos que debemos controlar en los cultivos de cereales son las plagas y las malas hierbas.
El control de plagas es vital, ya que estas pueden atacar a la planta en cualquier parte y durante cualquier momento de su desarrollo. La prevención, una rápida detección del problema y el tratamiento adecuado serán clave para mantener las plagas de insectos u hongos a raya.
Del mismo modo, para que el cultivo de cereales prospere, es necesario tener bajo control la proliferación de malas hierbas. Estas pueden “robar” el agua y los nutrientes que los cereales necesitan para producir grano, así que hay que evitar que aparezcan o extinguirlas lo antes posible.